Esta semana ha sido movidita y se merece una entrada. Como era evidente, la resaca del concierto ha traido cola... ha sido lo más comentado. No ha dejado indiferente a nadie y más de uno se quedó con las ganas de verlo o de vivirlo, según se mire. A todo esto, he sido objeto de un suceso paranormal, de largo recorrido... Todo empezó en la Tertulia, resulta que pinchó el bolo de turno y montaron una improvisación entre todos aquellos que pasaron por allí. Así que allí se plantó el bueno de Bruno, guitarra en mano y se cascó una sensacional versión del Wish you were here de Pink Floyd... hay canciones que son atemporales. El hecho es que esa canción me recordó a un concepto del Alquimista de Paulo Coelho... sí, la famosa teoría que dice algo así como que, cuando deseas algo con todas tus fuerzas el Universo conspira para que sucedan. La noche transcurrió entre risas y alguna copa (pocas) gracias a la grata compañía. Noe, la próxima vez te voy a buscar a casa directamente y así no pierdes la cabeza!
No se a quien debo presentar la hoja de reclamaciones... si a Coelho, o al Universo por mantenerme al margen de esas conspiraciones tan hermosas. En fin, me fui a casa, pasaron los días, lo desee con todas mis fuerzas... pero no sucedió! Lo único que se me ocurrió fue dejar de darle vueltas al tema.
Antes de volver a Mataró, parada en el Medi. Como no, esa fuerza gravitacional que Sara lleva dentro la condujo a mantener una conversación con el cantante de turno (sí, estábamos a dos metros, pero a otra no le habría dicho las mismas barbaridades!). Antes de que ni María ni Sara se atreviesen a enseñarle un pecho al imitador de Sabina (mira que sois cortaditas las dos, eh!), tuvimos el placer de disfrutar de la presencia de Pedro Javier Hermosilla que, como quien dice, pasaba por allí y se arrancó con un par de temas.
Así que hubo para todos... nadie se libró. Al día siguiente mi dosis insustituible, irreemplazable e inigualable de Basti. Gracias por demostrarme que todavía queda gente íntegra con sentido del compromiso y con conciencia. Si no quedase gente como tú nada de esto valdría la pena. Ánimo y fuerza. Sabes que aquí (un poquito lejos ya lo se) tienes un hombro donde apoyarte.
Y sin darme apenas cuenta ya estaba otra vez en el avión de vuelta. Llegué con el tiempo justo, la cola era interminable. Una chica me pregunta la puerta de embarque. Le respondo indiferente, mientras busco el dichoso DNI en mi cartera, el check-in on-line en el bolso e intento no perder la maleta. Embarco al fin y mientras me estoy acomodando en mi asiento observo que la misma chica de antes me dedica una sonrisa y se sienta una fila más adelante. Cruza despacio, a la vez que va sacando un libro de su bolso. Es pequeño, de un color marrón, o gris, o quiza color de la arena del desierto. Sí, el mismo desierto que cruzó aquel pastor llamado Santiago. Efectivamente. Era el Alquimista.