2009-05-06

Puntos suspensivos...

Signo ortográfico, que expresa una pausa inesperada o la conclusión vaga, voluntariamente imperfecta de una frase.

A esta definición tan precisa de esta figura, yo añadiría que le confiere a los silencios, a la ausencia de argumentos un valor indescriptible. Y lo digo yo, que no paro de divagar, de argumentar, de buscar explicaciones, de encontrarle sentido a las cosas, lo digo yo que no me canso de hablar... y sin embargo a veces... me canso.

Pero es que hay situaciones, momentos, en los que uno se cansa de repetir siempre lo mismo, nos cansamos de autoconvencernos, de intentar convencer a los demás. El silencio, las pausas, nos permiten respirar, reflexionar, tomar aire y a su vez le dan a nuestros oyentes la posibilidad de digerir todo aquello que estamos narrando. A veces estamos tan pendientes de lo que consideramos que tenemos que decir, que convertimos lo cotidiano, lo obvio, lo evidente en el centro de nuestra existencia. Dejadme retomar unas palabras de Saramago al respecto.

"...sabríamos mucho más de las complejidades de la vida si nos aplicásemos a estudiar con ahínco sus contradicciones en vez de perder tanto tiempo con las identidades y las coherencias, que ésas tienen la obligación de explicarse por sí mismas."

Y tiene toda la razón del mundo. Llenamos nuestros tristes días de debates estériles, vanalidades, simplezas, materialismos y cada vez menos retomamos el camino de la reflexión sobre las cosas realmente trascendentes. Las cosas que nos sorprenden, los momentos que nos marcan, los sinsentidos, el destello de felicidad en unos ojos vidriosos, ese 'no' inesperado por respuesta, esa mirada que nos esquiva, ese eco que ya no notamos en esa persona, tan cerca... y tan lejos. Y nuestro problema es que no aceptamos según que respuestas como la coherencia de la realidad que significan. O como se suele decir, no aceptamos la cruda realidad. Preferimos pensar en términos victimistas en primera o tercera persona. Quien no querría ser Wendy para esa persona tan amada, sin pensar que
si Peter Pan viniera de verdad se nos caería la cara de verguenza por tracicionar todo lo que habíamos defendido, toda nuestra esencia. Es más fácil culpar al mundo, a esta terrible sociedad de lo que nos pasa, es más fácil decir que las circunstancias nos han arrastrado a esta situación... es más fácil decir, es más fácil hablar... en vez de darnos cuenta de que cometemos errores. Quizá con esta mentalidad lavemos superficialmente la herida... pero entonces nunca acabaremos con la infección que supone no ver la realidad tal y como es... A veces nos resulta tan complicado pararnos un segundo, callar, escuchar el silencio, pensar, reflexionar... No hay más ciego que el que no quiere ver dicen... y a veces no hay mejor argumento que el silencio, porque a veces con un silencio conseguimos dejar de justificar esas cosas tan incoherentes, imposibles, ininteligibles, en definitiva, las cosas injustificables...

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